“…hoy me alejo como extraño, dando paso a la razón.”
La Sonora Santanera
Reunión festiva, digna de coterráneos…, homenaje por sentirse vivos.
Sangre e historia comunes; dolor de vidas entrecruzadas.
Placer y dicha a veces conquistada; generaciones presentes.
Cada uno su paso en la vida transcurrida…, nostalgias.
Siglos volcados en esas vertientes que luego un milagro hace historia.
Un poeta, un músico, un pintor o un escultor…, un pensador.
Llevan esa sangre, y aquí en un lugar que suele darles, si acaso, esto…
“Desapercibido”, «no sabemos de ti».
Inconmensurable: la elite del arte está en ellos:
Siqueiros, Lucha Villa, Gonzalo Martínez, Sebastián y los que vienen.
Tantos otros ligados a esas luminarias, Rubio, Hernán, Sorté, Bonilla…
Hablo fuera de tiempo, ni me conocen… Pero leo sus caras.
Mi amigo Valentín, con sus retruécanos finos, sinuoso, amable
incita al poeta, que las palabras se den.
Mi pasión está en unos ojos, una silueta, una mujer que me desvela.
Palabras hilvanadas, ya que estoy inmerso en la forma que se dice.
Para qué interpretar lo que es sólo una salida fácil.
Mi razón es sólo ella. Luego mis calles, y arriba la Historia que entreveo.
Desde Serrat a Lorca y luego Efraín Huerta, a quién más le debo.
Un peruano, Vallejo; un poeta argentino; mejor un cubano: Arenas o Padilla.
México no se entiende —no ustedes—, el mundo sin Octavio Paz.
Pero aquí entre nos, en las cantinas, en la urdimbre, nuestra querida
asombrosa, única, La Sonora Santanera.
Toco madera, me subyuga, pero sólo eso: “He perdido para siempre…”
Sin pretensiones universales, digo ACARACHI, y con ello digo:
«Todo tiene su razón».
Chihuahua, Chih., septiembre 11, 2011