Resurge el bisonte en llanura chihuahuense

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A nueve años de su creación, la Reserva Ecológica “El Uno” se ha convertido en el hábitat idóneo para el rescate y preservación del bisonte americano y el perrito de la pradera, especies animales emblemáticas amenazadas con extinguirse en el territorio chihuahuense por políticas internacionales e incomprensión de ganaderos y ejidatarios de la región.

Además de los bisontes, existen registros de mariposa monarca en su migración, pero no tan marcada como en otras partes de la entidad; es santuario de la aguililla real que viene desde Argentina y anida en “El Uno” pues llega en marzo y se va en octubre. Aquí también es el hogar de diferentes especies de reptiles.

La Organización de los Rocky Mountains Observation, del estado de Colorado, Estados Unidos, monitorea tres especies de gorriones que ya han sido localizados en Canadá y además es territorio del Halcón Aplomado y quedan como 15 parejas en todo el estado.

En una visita auspiciada dentro de los festejos del 301 Aniversario de la Fundación de Janos, las puertas de la Reserva se abrieron a un grupo de ecologistas, escritores, investigadores y comunicadores, pero no están abiertas al público por medidas de conservación.

En un paisaje formado por extensos valles cubiertos de pastizales nativos y serranías boscosas como la de “El Cuervo”, la reserva cumple con la misión de lograr una armónica eco-evolución sustentable de la biodiversidad agrícola, ganadera y rescate de especies animales emblemáticas.

Durante el recorrido a bordo de vehículos, de entre los matorrales de wamis y mezquite surgió la imponente y atemorizante figura de uno de los bisontes, quizá un macho alfa con una altura a la cruz de 1.70 metros, peso incalculable, espeso pelaje y gran cornamenta, que al parecer marcaba su territorio con hormonas porque es la época de apareamiento.

El resto de la manada calculada en 180 ejemplares, entre machos, hembras y crías, pasta a corta distancia en línea horizontal, se piensa que es una formación apropiada para integrar un círculo en caso de emergencia y proteger a los más débiles de la manada, como hembras y crías.

El ingeniero Albino Parra Herrera, impulsor de la reserva “El Uno”, señaló que se trata de un potrero libre de mil 600 hectáreas, dentro de una biósfera de 640 mil hectáreas, extensión equivalente a casi todo el municipio de Janos.

Antes de la construcción del muro fronterizo entre México y Estados Unidos, cruzaba por los ranchos El Berrendo y Las Palmas un hato de aproximadamente 150 a 200 “individuos” que venían, tenían sus crías y se regresaban en este municipio chihuahuense limítrofe con Sonora y Estados Unidos, refugio de aves, mamíferos, reptiles, perrito de la pradera y ahora bisonte americano.

Ante esta circunstancia en 2009 la autoridad mexicana acordó un esquema con el gobierno estadounidense para la donación de 20 hembras y tres machos con la finalidad de recuperar esta especie en peligro de extinción.

A pesar de los inviernos y veranos extremos, los bisontes lograron adaptarse al clima de la región y en 2011 se trajeron nueve hembras más por lo que la manada ascendió más de 180 ejemplares.

“Ya no eran las grandes manadas que seguían los apaches y se regresaban con ellos, porque eran su principal fuente de sustento y aprovechaban todo el animal”, explicó Parra Herrera.

Señaló que un grupo de investigadores de la Nature Conservancy estudiaban los pastizales del Norte de México, desde el desierto chihuahuense y su conexión con los de Alberta, Canadá. El ecosistema norteamericano termina en la Sierra de El Cuervo, del Municipio de Janos y los ecosistemas mesoamericanos que vienen desde las mesetas centrales del país hacen lo propio en Nuevo, Mexico, Arizona y parte de Texas.

La Nature Conservancy quería rentar un rancho ganadero para que pastara el ganado de otros predios y una vez que se recuperaran los pastizales propios se pudiera llevar el hato a su lugar de origen, con lo cual se evitaba el agotamiento de pastizales.

Janos queda en el traslape y es un lugar muy especial por sus características biológicas, “Entonces, les dije, les sale más barato comprar un rancho, si esa es su visión y su misión”, explicó Parra Herrera.

En 2003 se compró este rancho y se establecieron los programas de trabajo para restablecimiento de pastizales, captura de agua de lluvia y crear vínculos con los ejidos y ranchos ganaderos para que pastorearan en “El Uno” y dejar descansar las otras áreas.

Proyecto que cruza fronteras 
El proyecto creció, cruzó fronteras, por la gran diversidad biológica que tiene la región de Janos en gavilanes, aguililla real, víboras de cascabel, coyotes, perrito de la pradera especie emblemática de este municipio y otras aves, mamíferos y reptiles. 
Debido a eso se convirtió en un centro de estudio sobre todo para alumnos que hacían sus prácticas en licenciatura, maestría y doctorados.

Entre los bisontes y perritos de la pradera, quizá en otras especies también, las hembras no se preñan cuando presienten que el año será malo en cuestión de clima y alimento para sus crías, comenta.

Como ingeniero zootecnista, egresado de la entonces Escuela Superior de Zootecnia de la UACH, Parra Herrera había participado en un Diplomado Internacional en la Universidad de Guadalajara, al que asistieron especialistas de Bolivia, Paraguay, Panamá, Ecuador y México para presentar sus proyectos y concursar por el Premio Washington.

El especialista chihuahuense fue el ganador y obtuvo el derecho de exponer su proyecto en la propia capital de Estados Unidos su proyecto, mismo que por su estructuración y objetivos fue muy bien calificado.

El proyecto incluía una campaña de educación ambiental, con tres temas: conservación del pastizal, conservación del agua y manejo de la basura. Usando como especie emblemática al perrito llanero, especie amenazada tanto por agricultores como por ganaderos; la campaña tuvo en 38 meses “un éxito fabuloso” en sus impactos.

En la actualidad la administración de la Reserva pasó a Pedro Ángel Rodríguez Calderón, mientras que Parra Herrera continúa en programas de educación ambiental.

“Nosotros nacimos en el campo, crecimos en el campo, hemos vivido del campo, tengo un establo lechero. Esto me ha enseñado a vivir en armonía con el campo”, afirma.

La importancia de los ungulados es que al caminar hacen una pequeña excavación con la pezuña, ahí cae semilla, cuando llueve esa pequeña cárcava es donde nace la semilla. Eso significa que los propios animales del campo siembran la semilla, asegura.

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