“La temática social, gran pendiente en la novela mexicana”

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“La pregunta de Gordimer es si el blanco siempre tiene que pagar una culpa después del apartheid, y que ahora es al que le toca encontrar su lugar. Buena parte de los problemas que pasan en México se deben a que no hemos aceptado el mundo indígena como tal”, expresa el escritor Pedro Ángel Palou (Puebla, 1966), quien acaba de publicar la novela de thriller policiaco La amante del ghetto (Editorial Planeta, 2013).

Para Palou, la pregunta central sigue siendo: “¿Podemos vivir felices todas las patrias?” A modo de respuesta señala: “Lo que acaba de pasar con los maestro en el Zócalo nos deja claro que no. Las personas que se dedicaron a decir que los maestros eran unos vándalos son las que llevan sus hijos a las escuelas privadas y no saben qué pasa en una escuela rural al sur de Oaxaca, por ejemplo”.

Integrante de la llamada Generación del Crack, Palou trae a cuenta dichas consideraciones porque en el muy bien investigado La amante del ghetto “no escribo una novela histórica sobre el Holocausto para pensar en un tema europeo, sino porque universalmente seguimos siendo incapaces de convivir con el otro, reconocer y aceptarlo como otro. ¿Por qué a fuerzas nos sentimos superiores y somos capaces de destruir al otro?”

Falta madurez artística

La novela más reciente de Palou plantea que a pesar de atrocidades como el Holocausto, “los seres humanos volvemos a vivir”. Gran admirador de Gordimer, el entrevistado espera, como escritor, “algún día tener la madurez artística para lograr la visión de la escritora sudafricana, misma que nos falta en la novela indigenista en México”.

–¿A qué se debe que no se han escrito más novelas sociales?

–En buena medida porque durante mucho tiempo el escritor mexicano –muchos aún lo piensan– creyó a pie juntillas en lo que llaman, sobre todo los anglosajones, posmodernismo; es decir, en la novela experimental, para escritores, en que el lector era otro escritor que iba a ver que yo era tan inteligente como él. Cito a Montemayor, porque es un caso interesante. Sabía griego y latín maravillosamente. Era un académico de la lengua que en su madurez se puso a aprender maya.

“No escribimos novelas sobre el presente o, si lo hacemos, repiten los clichés: el Estado es corrupto, el poder es omnívoro y el PRI está de regreso, pero el país es mucho más.

“De pronto siento que nos quedamos en el cliché de la novela política cuando se hace a lo mejor con alguna virtud más literaria, pero de Luis Spota, quien no escribió una sola novela social después de Murieron a mitad del río.

“Una respuesta es que estamos embelesados con los lectores y la otra es que el intelectual mexicano siempre ha terminado coptado por el poder de una u otra manera.”

De acuerdo con Palou, la “buena” novela histórica escribe sobre el pasado, pero en realidad se pregunta sobre el futuro con mucha seriedad. Es decir, “te preocupa por qué el odio entre seres humanos es muy superior al amor. Por qué somos capaces del mal”.

La Jornada

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