Prevalece urgencia de Wal-Mart sobre consideraciones del INAH

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En todos los casos prevaleció la urgencia de la empresa privada, como consta en un convenio de 2006 que el INAH (entonces dirigido por Luciano Cedillo Álvarez), signó con Wal-Mart para llevar a cabo labores de salvamento arqueológico en el sitio de Santa María Yohualtlacualoyan, en el municipio de Tlapacoyan, Veracruz, en los alrededores de la zona arqueológica de Filobobos, rica en vestigios de la cultura totonaca.

En ese documento, el instituto se compromete con Wal-Mart a dar la autorización para la construcción de una Bodega Aurrerá en cuanto concluyeran las labores de salvamento en un plazo no mayor de 30 días pero, dependiendo de los resultados (del rescate arqueológico), el instituto podrá emitir autorizaciones en forma parcial, a efecto de no retrasar el programa de construcción.

Wal-Mart pagó al INAH por esos trabajos 679 mil 970 pesos, recursos que, según el convenio, fueron aplicados única y exclusivamente para la realización del salvamento arqueológico, cuyos responsables fueron entonces el etnólogo Jacinto Chacha Antele y el arqueólogo Jaime Cortés Hernández.

En Xico, Veracruz, no obstante las protestas de los vecinos y la suspensión de manera temporal que exigió el INAH de las obras de construcción de un Aurrerá debido a hallazgos arqueológicos, la tienda de autoservicio entró en operación el año pasado.

En abril de 2011, La Jornada documentó que durante los trabajos de edificación se encontraron restos de cerámica y montículos arqueológicos pertenecientes a antiguas casas. La subdelegada del Centro-INAH Veracruz, Guadalupe Espinosa Rodríguez, dijo en ese momento que era un hallazgo muy común, si se toma en cuenta que el estado cuenta con 4 mil 885 sitios arqueológicos: “fueron fragmentos muy pequeños los que encontramos, artículos domésticos usados en la antigüedad, sin embargo, se realizarán estudios.

Cuando hay cosas de suma relevancia o que sea un ejemplo único representativo se pide entonces a las empresas y las constructoras desviar la obra para evitar afectación, sin embargo, en el caso de los restos de cerámica la situación es diferente, no implica necesariamente la suspensión de la obra, añadió la ex directora de la zona arqueológica de Tajín.

La funcionaria dejó el cargo de ese sitio a principios de 2011 luego de diferencias con los custodios, quienes, entre otros conflictos, la cuestionaron al intentar ingresar equipos de luz y sonido al sitio la Cumbre Tajín sin mostrar los permisos correspondientes expedidos por la Secretaría de Educación Pública.

Con permiso de la autoridad

En Amecameca, luego de estar suspendida durante 18 meses la construcción de una tienda comercial de la cadena Wal-Mart, en un predio de 2 mil metros cuadrados conocido como Harinera Amecameca, donde se ubica un inmueble edificado en el siglo XIX, el INAH autorizó en 2006 la reanudación de las obras.

Otorgó el permiso la directora del centro INAH-estado de México Maribel Miró Flaquer, la misma funcionaria que autorizó la construcción de la Bodega Aurrerá en la zona arqueológica de Teotihuacán.

En octubre de 2004, el instituto había suspendió la obra porque la empresa Arrendadora de Centros Comerciales no había notificado, con ocho días de anticipación, el inicio de la remodelación del inmueble para que especialistas la supervisaran, como señala la ley.

El INAH precisó entonces que sólo el edificio que se encuentra al lado de la nave principal del ex molino era considerado monumento histórico. Pero después no informó si se realizaron otros trabajos para determinar la inexistencia de vestigios históricos, argumento con el cual otorgó la licencia de obra 401-725-2/083P/06.

En 2009, el Laboratorio de Geofísica del INAH recibió una petición para hacer un estudio con el georradar en Cholula, Puebla, en el terreno donde Wal-Mart construiría otro centro comercial. Pero a los pocos días se canceló la propuesta con el argumento de que ya se habían hecho un par de excavaciones y con ello bastaba para determinar que no había vestigios arqueológicos, a fin de otorgar lo antes posibles los permisos de construcción que exigía la empresa.

En aquella época, el delegado del centro INAH-Puebla, Víctor Hugo Valencia Varela, afirmó a la prensa que en Cholula siempre existía la posibilidad de encontrar vestigios arqueológicos en cualquier lugar que se excavara.

A propósito del hallazgo de vestigios (entierros y plataformas) durante trabajos de adecuación del drenaje en una zona cercana a donde se levantó el centro comercial, argumentó que a veces, por la exigencia de vecinos y comerciantes de concluir rápidamente las obras de salvamento era necesario sacrificar el rescate total de los hallazgos, ya que tampoco la institución puede impedir las obras de infraestructura y desarrollo. Se realizó trabajo preventivo y los vestigios quedarán enterrados, por lo que no se pierde ni se destruye nada, quizá en el futuro, en otras condiciones, puedan ser nuevamente expuestos.

A varios años de distancia, entre algunos investigadores del instituto aún queda la duda acerca de las características de todo el patrimonio que pudo recuperarse durante la construcción de la tienda de Wal-Mart en Cholula y que nunca se dio a conocer.

La Jornada

 

 

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