Leer en México, como dijo Octavio Paz, “es una excentricidad”, afirma Rodolfo Tuirán

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Lo anterior, advirtió, configura “un círculo vicioso que nunca se rompe y termina colocando a las personas en situación auténtica de vulnerabilidad a lo largo de su desarrollo”, expresó.

En el lanzamiento del Programa de Fomento a la Lectura para Educación Media Superior, efectuado en el Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (CETIS) 5, Tuirán expresó que la “inmensa mayoría” de quienes afirman leer en realidad “leen poquísimo o nada”. Sólo uno de cada tres dice que leyó tres libros o más, es decir, una proporción “verdaderamente reducida”, de alrededor de 9 por ciento del total de la población de 14 años o más.

Por esa razón, agregó, no debe sorprender que el promedio anual de libros leídos por persona sea de entre 2.5 y 2.9 –dato que depende de la encuesta–, lo que representan menos de tres libros por año. La cifra no es nada alentadora si se compara con la de Noruega, donde leen 18 libros o seis veces más en promedio que los mexicanos; la de Alemania, donde leen 15 títulos; la de Portugal, con 8.5 textos, y la de España, con 7.7 libros. México está por debajo de países de desarrollo similar, como Brasil (3.7) y Argentina (3.2).

Con base en la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales de 2010, el funcionario recordó que uno de cada cuatro mexicanos, o 27 por ciento de los habitantes de 14 años o más, leyeron, además de otros materiales, al menos un libro en el último año. Esto contrasta con 82 por ciento de Inglaterra, 71 por ciento de Francia y 59 por ciento de España. “Tenemos, pues, un país con muy baja frecuencia lectora”, lamentó.

“Cuando esto ocurre, es decir, cuando la lectura se practica poco, peor se hace y menos se entiende. En México, alrededor de la mitad de la población de 12 años o más tiene capacidades limitadas para leer y sólo entiende algo, poco o simplemente nada de lo que lee… Si no se entiende, no le dan ganas a uno de leer; si no lee, tiene problemas reales en la escuela, porque tiene problemas para adquirir conocimientos o entenderlos.”

Quizá por ello, añadió, poco menos de uno de cada seis mexicanos ven en la lectura una experiencia placentera. Fue entonces cuando mencionó que esto explica por qué muy pocos de quienes dijeron leer pudieron identificar el libro que más les gusta.

El pasado 3 de diciembre, en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el virtual candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, no alcanzó a citar los textos de su preferencia y terminó por confundirse hasta con el autor: “He leído varios. Desde novelas. En lo particular, difícilmente me acuerdo del título de los libros. La Biblia es uno… La silla del águila, de (Enrique) Krauze (obra escrita en realidad por Carlos Fuentes). Luego otro libro de él, que quiero recordar el nombre, sobre caudillos…”

Tuirán –quien antes pidió a los jóvenes levantar la mano si habían leído cinco libros, ante lo cual todos la alzaron, pero cuando aclaró que durante el último muy pocos la mantuvieron arriba– dijo que también hay obstáculos económicos y sociales que impiden avanzar hacia la conformación de un país de lectores.

“No hay duda que el rezago educativo, la pobreza y la desigualdad conspiran en contra de la promoción de la lectura.”

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