Pese a que el ‘tren volador’ existe solo en el papel, sus ventajas prometen ser impresionantes: llevará unos 200 pasajeros a 600 km/h mientras que los pasos elevados (viaductos), en cuya fabricación se prevé utilizar aluminio y modernos materiales sintéticos, serían mucho más baratos que las vías normales, informa el diario ruso ‘Rossiyskaya Gazeta’.
En la prensa rusa ya han aparecido los siguientes cálculos: si se implementa el proyecto se podría recorrer el camino a Akademgorodok (conjunto de centros científicos a 30 kilómetros del centro de Novosibirsk) en tan solo 3 minutos, sin necesidad de perder unos 30 minutos en autovías y atascos.
El efecto de estas maravillas de la tecnología se basa en el llamado ‘efecto suelo’ descubierto en 1920: ciertos tipos de aeronaves vuelan gracias, entre otras cosas, a la creación de una zona de baja presión por encima de ellas y otra de alta presión por debajo, lo que a su vez conlleva un incremento de la sustentación. En otras palabras, una aeronave a alturas muy bajas ‘no quiere aterrizar’. Este fenómeno reduce bruscamente el consumo de combustible.
Hoy en día, los científicos creen que existen todas las condiciones para el desarrollo de las ideas que trataron de llevar a cabo en la década de 1960 los ingenieros de varios países. Los experimentos soviéticos y estadounidenses se centraron en temas militares y desembocaron, por ejemplo, en el desarrollo del ekranoplano (enorme vehículo parecido a un avión pero movido por la influencia del efecto suelo, a pocos metros de altitud, desarrollado por Rostislav Alexeev). Sin embargo en la misma época en Francia apareció un tren aerodeslizador que se movía a una velocidad superior a los 400 km/h, desarrollado a finales de la misma década y principios de 1970 por el ingeniero francés Jean Bertin. Sin embargo, el proyecto francés fue cancelado después de que muriera el presidente De Gaulle. Poco después falleció el propio Bertin.
Sin embargo, hoy en día semejante proyecto es más viable que nunca, al aparecer nuevas tecnologías y materiales que facilitan su desarrollo, creen los autores del proyecto: el Instituto de Investigación Aeronáutica Chaplyguin y la Universidad Estatal Siberiana de Ferrocarriles.
Las ventajas de los trenes aerodeslizadores:
1ª. Posibilidades de moverse a ‘segundo nivel’ en condiciones de tráfico intenso, con una altitud de movimientos proyectada de entre 5 y 10 metros, sin afectar el transporte terrestre. Con ello, se podría ‘descargar’ la famosa vía Transiberiana y la autovía transiberiana.
2ª. Velocidad. Los ingenieros garantizan la velocidad mínima de 600 km/h, sin embargo los trenes de este tipo pueden alcanzar los 900 km/h. Precisamente por ello el ‘tren volador’ es tan importante para Rusia y para cualquier país extenso.
3ª. Rentabilidad. El mantenimiento de un tren aerodeslizador es más barato: trenes de este tipo no tienen ruedas y gracias al movimiento sobre un colchón de aire su peso se distribuye uniformemente sobre la vía. Además estos ferrocarriles son más baratos.
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