Se sabe que en su juventud trabajó como empleada doméstica pero debido a que poseía habilidades para la danza y el canto, un estadounidense se la llevó a Europa en 1854 para presentarla en ferias y circos. Luego, su futuro esposo, un empresario de espectáculos noruego, la llevó a una gira mundial, pues la mujer había ganado más fama tras haber aprendido a cantar en tres idiomas.
En 1860, durante una gira en Moscú, Pastrana, que estaba embarazada, dio a luz a un niño en la capital rusa pero su cuerpo tenía los mismos problemas que su madre, estaba completamente cubierto de pelos. Desafortunadamente el recién nacido vivió solo tres días y dos días más tarde ella murió de fiebre puerperal a la edad de 26 años. Sus restos momificados fueron expuestos al público hasta ser donados a un museo vagante de curiosidades. A partir de los 90 se guardaron en el Departamento de Anatomía de la Universidad de Oslo.
Esta Universidad devolvió los restos a México en respuesta a la solicitud de las autoridades de Sinaloa, que reclamaban la repatriación del cuerpo de Julia Pastrana, nacida en 1834 en la sierra de este estado azteca.
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