El análisis del genoma del chile piquín o chiltepín reveló que el número de sus genes es de alrededor de 35 mil, muy similar a los del jitomate y la papa, pero únicamente de seis a ocho del total de ellos están relacionados con el picor, explicaron Luis Herrera Estrella y Rafael Rivera Bustamante, investigadores del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav).
La investigación, expusieron en conferencia de prensa, se llevó a cabo junto con sus homólogos de China; los resultados sientan las bases para caracterizar mejor la diversidad de chiles que hay en México, pues es centro de origen y segundo productor, después de China, de los picantes.
Refirieron que en el artículo que será publicado en la revista Proceedings of National Academy of Sciences of the USA (PNAS), esta semana, se establece que el chile –Capsicum annuum– tiene 3 mil 500 millones de nucleótidos, es decir, tres a cuatro veces más ADN que sus “parientes cercanos: el jitomate y la papa”.
Herrera Estrella, del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio Cinvestav), dijo que el genoma del chile permitirá usar esta especie como modelo para estudiar cómo se ha desarrollado el repertorio químico de los frutos y qué ha caracterizado a cada uno durante la evolución de las plantas.
Al estudiar y comparar los genomas del chile silvestre mexicano (chiltepín) y la variedad china Zunla-1 se encontraron pistas importantes sobre el proceso de domesticación llevado a cabo por nuestros ancestros. Análisis más detallados podrán verificar si esta domesticación fue un evento único o fueron actos paralelos o simultáneos en varios lugares y épocas, abundó.
Rivera Bustamante, del Departamento de Ingeniería Genética del Cinvestav Unidad Irapuato, agregó que el mapa genómico del chile ayudará a salvaguardar y a proteger la biodiversidad de los picantes nacionales, sobre todo de los criollos y silvestres. No existe un catálogo de los chiles mexicanos, hay algunos que sólo se encuentran en determinadas regiones, como es el caso de los negros, utilizados para el mole oaxaqueño.
“Se estima que en el país hay más de 60 tipos de chiles, el cálculo es corto, pues en realidad hay gran variedad de ellos, algunos sólo son de determinadas zonas y por ello son desconocidos para el resto del país”, puntualizó.
La determinación del genoma del chiltepín, agregó, ayudará a facilitar los trabajos de mejoramiento genético para obtener variedades más competitivas para los agricultores –que sean más resistentes a sequías, plagas y enfermedades–, la industria alimentaria y farmacéutica. Además, se espera fortalecer las interacciones entre los investigadores mexicanos que trabajan con dicha especie a través del Instituto Virtual del Chile.
La coordinación de los investigadores chinos estuvo a cargo de Cheng Quin, del Ministerio de Agricultura y la Universidad Agrícola de Sichuan, y Xiaodong Fang, del Instituto de Genómica de Beijing, BGI Shenzhen.
Langebio Cinvestav realizó el análisis de genes relacionados con la forma, tamaño y color del fruto, así como el proceso de maduración. También realizó el análisis comparativo con el jitomate, para lo cual se utilizó el clúster llamado Mazorka. En el laboratorio se resecuenciaron 50 genes potencialmente implicados en el proceso de domesticación en 30 chiles comerciales y 10 silvestres.