Después de Gaddafi… Castro?

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La suerte de Fidel Castro parece empezar a declinar. Las recientes declaraciones hechas por Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, parecen marcar una tendencia desfavorable para el añejo régimen dictatorial de Cuba, encabezado en esa isla desde hace 50 años por los octogenarios hermanos Fidel y Raúl Castro. La mala situación en la que ahora se encuentra Libia, que al igual que otras naciones árabes está viendo desmoronarse la dictadura a la que durante décadas ha sido sometida, parece ser el resquicio histórico por el que los norteamericanos pretenden hacer naufragar al vetusto gobierno comunista que aún mantiene sojuzgado al pueblo cubano.

 

Las expresiones vertidas por Clinton no son disparates u ocurrencias, responden a una lógica de la competencia por el poder y a la coyuntura histórica de carácter internacional que en el momento se vive. La ola intensas manifestaciones democráticas a favor de la libertad política y la prosperidad económica, protagonizada primero por miles de ciudadanos en Túnez y Egipto, y  luego adoptada por Marruecos, Yemen, Argelia, Jordania, Sudán y Libia, que se ha registrado a lo largo de las últimas 9 semanas, ha despertado nuevamente en los estadounidenses el añejo anhelo de liberar y democratizar a Cuba. El inusitado efecto dominó que la revolución árabe está cobrando podría trasladarse a otras latitudes; los norteamericanos lo saben y por eso ven en la presente coyuntura la ocasión para que se avive en Cuba el germen de la insurrección popular y sean fraguadas la caída de los Castro y el inicio una nueva etapa política en el país caribeño.

 

Resultan sintomáticas las posturas asumidas por la Casa Blanca en torno al conflicto libio y a la situación cubana. A principios de la semana anterior, cuando el dictador Muammar Gaddafi empezó a reprimir los justos reclamos de su pueblo, ocasionando centenares de bajas civiles mediante el uso indiscriminado de las artillerías terrestre y aérea, Barack Obama no dudó en señalar que debían ser castigados los responsables de tal masacre. Unos días después la número dos del gabinete estadounidense salió a escena para afirmar la disposición del  gobierno norteamericano para apoyar a los cubanos opositores al gobierno de los Castro. Es evidente que la estrategia de los Estados Unidos es tratar de capitalizar en Cuba la inercia liberacionista que ha empezado a recorrer el mundo a raíz de la llamada Revolución de los Jazmines, iniciada en Túnez a principios del presente año, y cuyo saldo a la fecha es el derrocamiento de la dictadura de Ben Alí, en ese país, y de Hosni Mubarak, en Egipto.

 

Aunque es inminente el ocaso del gobierno de Gaddafi, la extinción de la dinastía Castro en Cuba se ve todavía difícil, o al menos ambigua, sin embargo el gobierno estadounidense está dispuesto a aprovechar la turbulencia política que hoy envuelve al controvertido dictador libio para derrocar al régimen de Cuba y alcanzar un sueño largamente acariciado.  

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