En el documento Mitos del TLCAN después de 20 años, las agrupaciones –entre ellas Red de Comercio Justo, Fronteras Comunes, Alianza Justicia Global, Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema), Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo y Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio– destacaron que subieron los precios de los alimentos al consumidor y paralelamente aumentó el consumo de comida chatarra.
El mercado agroalimentario mexicano es dominado por 30 trasnacionales y sólo 10 por ciento de los agricultores del país son exitosos, mientras el déficit comercial es de 119 mil 112 millones de dólares, apuntaron.
El país también se convirtió en importador de plaguicidas para responder al modelo agroexportador de hortalizas; compró en el exterior 949 mil toneladas de esos productos. Antes del tratado se gastaban 57 millones de dólares en dichas adquisiciones, y ahora 206 millones, comentó Alejandro Villamar, integrante de Rema. “Dogmas y prácticas del TLCAN han sido como una camisa de fuerza mercantilista que asfixia a nuestra sociedad y la naturaleza”.
El tratado, agregaron las agrupaciones sociales, “representó el abandono de la producción nacional de alimentos a favor de las importaciones –se compra el 42 por ciento de éstos–, lo que se tradujo en la caída del ingreso de los campesinos y aumento de la desigualdad”.
En una carta que enviaron a los presidente de México, Enrique Peña Nieto, y de Estados Unidos, Barack Obama, así como al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, destacaron que el libre comercio ha sido negativo para la mayoría de los habitantes de las tres naciones, pues se han hecho a un lado los derechos humanos y no hay un análisis profundo de los impactos sociales, culturales y ambientales; han predominado los intereses de un puñado de corporaciones.
“Es momento de hacer a un lado la retórica sobre los beneficios del libre comercio y poner en el centro del escenario el bienestar de las poblaciones, pues el libre comercio ha implicado la desaparición del empleo de calidad, la precarización del trabajo, la degradación ambiental, el deterioro de la cohesión social y el aumento de la violencia”, subrayaron.
La pérdida de soberanía alimentaria, el despojo de los recursos naturales por las empresas mineras, la excesiva concentración de la riqueza y el trastorno en el equilibrio el poder son ejemplo de que el modelo de libre comercio no funciona para los intereses de la mayoría, expresaron. La Jornada