Aspira Festival de la Calaca a ser referente turístico mundial de Día de Muertos

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Con el festival, iniciativa de la comunidad extranjera que radica en esta ciudad, acogida por la nueva administración del gobierno municipal local con apenas tres semanas en el cargo, se pretende colocar a San Miguel de Allende como destino turístico de Día de Muertos a escala mundial, y en su momento “llegar a ser tipo Cervantino”, expresa María José Garrido, directora de Turismo y Fomento Económico.

San Miguel de Allende tiene una población de 126 mil habitantes, de los cuales 15 mil son de procedencia extranjera, comunidad que subvencionó gran parte de los gastos del festival, cuyo costo real fue calculado en 2 millones de pesos por Garrido.

Esta población guanajuatense, declarada patrimonio de la humanidad en 2008, siempre ha sido muy celosa de sus tradiciones, sin embargo, en esta ocasión el centro histórico de la ciudad se convirtió en gran camposanto con altares, ofrendas y demás referencias funerarias. Por ejemplo, tras visitar la ciudad, el embajador de Corea del Sur propuso montar un altar de su país, donde también se recuerda a los muertos. El altar comprende alimentos como yak-gwa, hangwa, castañas, peras y manzanas, entre otros elementos.

Hileras de papel picado de colores rosa y anaranjado decoran las calles que conducen a las actividades del Festival de la Calaca, como en el Parque Juárez, donde, aparte de apreciar más ofrendas, los niños se podían maquillar.

 

No es la primera vez que Andrea Brook quiso instalar su arpa de la tierra en San Miguel de la Allende, sin embargo, como este instrumento usa la arquitectura circundante para convertir el entorno en experiencia musical, fue hasta ahora que le dieron permiso para extender las largas cuerdas –pueden alcanzar 3.5 metros de altura– hasta la fachada de la parroquia.

Otro proyecto de este festival de arte y cultura son las grandes calaveras colocadas en diferentes puntos de la ciudad. Las Calaveras es una instalación artística abierta al público, formada por una colección de cráneos de gran tamaño, decorados y pintados por artistas nacionales y extranjeros, todos ellos integrantes de la comunidad sanmiguelense, como Anado McLauchlin, Bradley Narduzzi, Alejandro Rivera, Colleen Sorenson, Mónica Ibarra Rodríguez y Marisela Arredondo Martínez.

En esta ciudad, poblada por artistas, las artes visuales se encuentran en todos lados, no sólo en las galerías, sino en los hoteles, como el Rosewood, que muestra en sus paredes pintura de Pedro Friedeberg, Miguel Castro Leñero y Marisa Boullosa, así como escultura de Javier Marín y Marco Vargas.

La Jornada

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